lunes, 5 de marzo de 2012

¡Qué viva lo inesperado!

En Madrid la rutina tiene un matiz diferente y es que nunca sabes lo que te va a deparar, cómo va a acabar el día o qué historias te pueden suceder casi sin previo aviso. Esto, como podréis comprender además de sorprendente y divertido, te hace vivir con el riesgo de que suceda lo inesperado. Lo mejor, que hay que estar dispuesta a recibir de buen grado aquello pueda ocurrir.

Así, lo que parecía una semana más, se ha convertido en una sucesión de días llenos de emociones, con historias para no dormir, esperanzas laborales y planes diversos. El tiempo estaba de nuestro lado y es que hemos vivido a lo largo de prácticamente toda la semana pasada un espejismo de primavera, con temperaturas agradables iluminadas por un gran sol, que ha facilitado los planes que han ido surgiendo. De este modo, hemos cambiado los bares por las terrazas de la Plaza 2 de Mayo, en vez de comer en casa improvisamos un picnic en el Retiro y hemos conocido mejor la ciudad con largos paseos.

El sprint final de la semana llegó de la mano de la presentación de la I Feria Virtual de Libro (www.feriavirtualdellibro.es), la que os invito a visitar que se celebrará del 6 al 11 de marzo, y con un mercadillo de segunda mano de los años sesenta. No sé si he tenido la ocasión de deciros alguna vez que me encantan los mercadillos, sí, me fascina mirar todos y cada unos de los puestos que lo conforman y puedo pasarme largos ratos tocando y mirando las cosas que allí se exponen. Y bien, este pasado jueves y viernes tuvo lugar este mercadillo en la calle Palma del barrio de Malasaña, y allí que fui acompañada de mi querido Pablo. En el espacio adecuado estaban expuestas prendas de ropa, complementos, teléfonos, accesorios de decoración, calzado… vamos que había de todo, me volví loca, quería ver y tocar todo lo que allí había. Y como no, caí en la tentación y me compré alguna que otra cosilla. Este viaje en el tiempo, llamado mercadillo, se volverá a realizar en el mes de abril, y como no, os avisaré y repetiré.

¡Qué viva lo inesperado!

Os dejo unas fotos para que veáis lo que fue el Mercadillo.







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