viernes, 25 de noviembre de 2011

Nadie dijo que fuera fácil

Este pasado fin de semana he viajado a casa, de vez en cuando es necesario recargar las pilas con la familia, amigas/os, conocidas/as y estar en los lugares de siempre.

El viaje comenzó agitado, menudo estrés, corriendo por el metro, maletas, llegamos, no llegamos, sí, lo conseguimos, subimos al autobús con destino a casa. Cogimos el bus mi amigo Edu y yo, literalmente por los pelos. Seis horas de viaje.

Llegada, respirar el aire fresco del norte, emoción y sentir esa sensación que te invade cuando estás lejos y regresas a casa. Han sido unos días muy intensos, comida con amigas, charloteo, grandes momentos, encuentros, bailes, risas, muchas risas, visitas y vuelta a empezar, y es que 48 horas pasando volando. Llega el momento de las despedidas, y como con el turrón, nos volvemos a encontrar en navidades.

Regreso, seis horas en autobús, metro y otra vez en casa, en Madrid, extrañando aquello y recordando todos y cada uno de los momentos de este fugaz viaje. Ha sido un placer.

Así, con las pilas bien cargadas, sin darme ni cuenta, estaba otra vez inmersa en la rutina de la gran ciudad. Eso sí, el martes Clau y yo hicimos un viaje y volvimos a nuestras raíces, y es que con motivo de la presentación de su nuevo disco, disfrutamos de un “concierto” de los Berri Txarrak en el Fnac. Muy grandes.

Y aquí sigo, con mil planes, contenta, exprimiendo lo que ofrece esta ciudad que de momento y sin mirar mas allá, es el lugar en el que vivo.


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